viernes, 29 de febrero de 2008

RV: [RIMA] No hay mujer que no sea feminista

-----Mensaje original-----
De: rima-lista-bounces@tau.org.ar [mailto:rima-lista-bounces@tau.org.ar] En
nombre de Marite Gutierrez
Enviado el: viernes, 29 de febrero de 2008 12:32
Para: RIMA
Asunto: [RIMA] No hay mujer que no sea feminista

Fuente: http://www.criticadigital.com/art.php?nid=46#
Cultura | Crítica de la Argentina en Londres. Primera aparición pública de
la Premio Nobel

Doris Lessing: No hay mujer que no sea feminista

La escritora de 89 años adelantó fragmentos de su próxima novela y respondió
preguntas. La crónica de nuestro enviado especial.
07:37 | Por Guido Bilbao, desde Inglaterra


En el Queen Elizabeth Hall de Londres, Lessing criticó a la industria
editorial actual: "Un buen editor puede vender a una escritora porque tiene
cara bonita". Foto: Francesco Guidicini.
A orillas del Támesis la gente espera que se abran las puertas del Queen
Elizabeth Hall. Es una fila interminable bajo una luna llena. Se saben
afortunados: consiguieron sus tickets de 25 dólares, agotados desde hace
varios días. Otros no pierden la esperanza y cargan pancartas improvisadas
con la frase: "Return tickets!". Morrisey y Liza Minelli colgaron aquí
también el cartel de sold out. Pero ninguno de ellos es la atracción de esta

noche, sino Doris Lessing, una abuela de 89 años que leerá textos y
responderá preguntas en su primera aparición pública después de haber ganado

el Nobel de Literatura. Por problemas de salud, ni siquiera había viajado a
recibir el codiciado premio.

En la fila, dos chicas se dan piquitos y se muerden los labios mientras dos
señoras que parecen recién salidas de un salón de té las miran, las
celebran:


-¡Cuánto le debemos a Doris Lessing!

-¿Por qué? -pregunta este enviado.

-¿No has leído "El cuaderno Dorado"? El feminismo no existiría sin ese libro

que inauguró la lucha por las libertades femeninas - responde una de ellas,
señalando con un gesto a las jóvenes, que ya no se besan. Con las manos
enlazadas, entran en la sala.

Las luces se apagan. Hay aplausos. A paso lento y de la mano de la
moderadora, Doris Lessing avanza sobre el escenario. Se sienta en el borde
de un sillón inmensamente negro y sin demoras comienza a leer fragmentos de
su próxima novela.

El tema es la vida de sus padres. Cuenta que sufrieron mucho y no cumplieron

sus sueños, pero que ella decidió hacer justicia. La primera parte revelará
la felicidad que hubieran querido y la segunda, la que no tuvieron.

Luego, el público pregunta:

-¿Cuánto hay de los recuerdos de su infancia en lo que acaba de leer?

-Recuerdo los hechos que relato de forma muy consciente. Lo que no sé es por

qué se recuerda lo que se recuerda. Uno de los grandes problemas a los que
me enfrenté al escribir mi autobiografía fue discernir, entre los recuerdos,

aquellos que eran verdad y aquellos que no lo eran.

-¿Por qué le interesa tanto la Primera Guerra Mundial?

-Todo el mundo se preocupa por estudiar la Segunda Guerra y en realidad fue
la Primera la que dio origen a las tragedias del Siglo XX. Sin la Primera no

hubiera habido Revolución Roja, no hubiera existido Hitler ni el exterminio
judío. Claro, otras cosas sí pero, puestos a conjeturar, me interesa
preguntarme qué hubiera pasado si se evitaba esa guerra.

-Muchos de sus personajes luchan por sobrevivir, de una u otra manera, ¿se
siente usted una sobreviviente?

-No soy yo, es la historia del Siglo XX. Fue un siglo en el que sólo se
trataba de sobrevivir.

-En el discurso que envió a la Ceremonia del Premio Nobel hizo una crítica
al mundo virtual y dijo que para escribir se necesita espacio, ¿podría
ampliar esa reflexión?

-Se necesita un cuarto, nada de teléfonos, una taza de café y unos buenos
cigarrillos. Cada vez más encontramos escritores de un solo libro, que
tienen éxito y después se pasan un año viajando y haciendo promociones y ya
no tienen tiempo de escribir. Pasa que un buen editor puede vender a una
escritora porque tiene cara bonita. Y que eso funcione. Pero yo hablaba de
la atención necesaria para crear, cosa cada vez más difícil de lograr. Por
ejemplo, intentar escribir con niños en la casa es el pasaje más directo a
un ataque de nervios.

-Sabemos que no le gusta este concepto, pero muchas mujeres la siguen
señalando como una fundadora del feminismo.

-¿Y a mí por qué me tiene que importar que crean eso de mi? No hay mujer que

no sea feminista, no conozco a ninguna, y esa lucha ni empezó en los sesenta

ni ha terminado.

-En algún lugar usted dijo que intentaba narrar a sus personajes de forma
analítica y desapegada. ¿Cuál es la ventaja de este método?

-¿Yo dije eso?

- Lo leí.

-No es verdad, y además...¿Qué querrá decir de una manera analítica?


La gente estalla en carcajadas y la charla termina. Doris Lessing camina
despacito, se balancea, mira el piso. Tiene 89 años y acaba de ganar el
premio Nóbel. Al borde del escenario la esperan sus nietas.

Conociendo a Miss Lessing. En el Queen Elizabeth Hall, Lessing fue
presentada como "un patrimonio Nacional del Reino Unido". Pero no siempre
fue asi.

Nació en Irán, en 1919 mientras sus padres, ambos ingleses, servían a la
Corona durante la Primera Guerra Mundial. Luego se trasladaron a
Rodhesia -actual Zimbawe- . Allí, Doris creció y se hizo mujer, se casó dos
veces y tuvo 3 hijos. Allí, en su corazon entró - definitivamente- África,
materia prima de gran parte de su narrativa. En aquellos tiempos, la mujer
que ahora es "un patrimonio Nacional del Reino Unido" sufría cierta
hostilidad en cada viaje a Londres por su constante prédica contra la
segregación de los negros en Sudafrica.

Llevaba más de cinco novelas publicadas cuando en 1962, ya instalada en
Inglaterra, apareció "El cuaderno Dorado", su obra capital. Mil páginas
divididas en cinco cuadernos que retratan a mujeres luchadoras, amor
interracial, militancia comunista y la decepcion con Stalin, la soledad y el

cuerpo según pasan los años.

Los críticos han repetido mil veces que esa obra inaugura el relato
fragmentario posmoderno pero, sobre todo -como dijo la señora de la fila-,
que es la piedra angular del feminismo.

Lessing rechaza cada pedestal que se le ofrece con una prepotencia de otro
tiempo. Como cuando la Academia justificó el Premio Nobel en "su capacidad
para narrar la épica de la existencia femenina", frase que le provocó
arcadas. Suele decir Lessing que el asunto no pasó de una revolución sexual,

que no critica, pero que el feminismo no mejoró la vida de las mujeres
pobres y del Tercer Mundo.

Nadie que tenga un mínimo de sensatez querría vérselas con esta señora
cuando ella escucha algo que no le gusta. La fama de su mal genio está a la
altura de su fama literaria. Aunque a veces, su furia se expresa silenciosa:

a finales de los '70, decidió escribir ciencia ficción y los críticos la
trituraron. No dijo palabra. Cuando terminó su siguiente novela, se la envió

a su propio editor pero con seudónimo. Se la rechazaron. En la carta le
explicaban que tenía algo del estilo de Doris Lessing. Cambió de editorial.


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