viernes, 15 de febrero de 2008

RV: [RIMA] Paula Viturro, por Verónica Engler

-=+=- -=+=-
Por favor, si utiliza la información que se brinda en esta lista, cite la/s fuente/s. Gracias.
-==-===-==-
Para desuscribirse envíe un correo electrónico a: rima-lista-request@tau.org.ar y en el asunto escriba: unsubscribe
-=+=- -=+=-
Podés recibir o enviar gacetillas a través de la lista *Gacetillas-RIMA*
suscribiéndote en la página de la lista: http://tau.tau.org.ar/cgi-bin/mailman/listinfo/gacetillas_rima/
---------------------
*RIMA-lista* es un servicio gratuito de la RIMA - Red Informativa de Mujeres de Argentina, Rosario, Santa Fe, Argentina.
No deje de visitar nuestro sitio RIMAweb: http://www.rimaweb.com.ar/
No dejes de visitar nuestro blog *Mujeres a bordo*: http://mujeresabordo.blogspot.com/
-----Mensaje original-----
De: rima-lista-bounces@tau.org.ar [mailto:rima-lista-bounces@tau.org.ar] En
nombre de Gabriela Adelstein
Enviado el: viernes, 15 de febrero de 2008 12:33
Para: RIMA Tau RIMA Tau
Asunto: [RIMA] Paula Viturro, por Verónica Engler


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-3911-2008-02-15.html
publicado en Página/12 - Las/12
fecha: viernes 15 febrero 2008
difundido por RIMA - Red Informativa de Mujeres de Argentina


debates
Disrupciones de una feminista inquieta

Dialogar con Paula Viturro –doctora en leyes; activista e integrante del
grupo feminista Ají de Pollo y mentora de El Teje, periódico travesti que
salió el año pasado– resulta un desafío que obliga a abrir la perspectiva y
a repensar el lenguaje que a diario se ha ido fosilizando, a pesar de que
otrora sirviera para irrumpir cual revolución: género, patriarcado,
violencia sexual son categorías puestas en cuestión para seguir dando aire
al feminismo.


Por Veronica Engler


Resulta que una niña oscura –de esas que se aburren de su maestrita tonta–
pensó en sacudir la ciudad al extremo. Primero se recibió de doctora en
leyes (boga) como si nada, pero leyendo otras cosas bien diferentes aparte
de los voluminosos libros de abogacía que leía por obligación. Así se hizo
de un sitio en un centro cultural. Pero, si bien ya no se aburría, todavía
se sentía curiosa y tenía ganas de ir por más." De esta manera comienza el
editorial de la revista El Teje –primer periódico travesti latinoamericano–,
lanzada a fines del año pasado.

La boga en cuestión –presentada por la activista trans Marlene Wayar– es
Paula Viturro, que desde el área de Tecnologías del Género que coordina en
el Centro Cultural Ricardo Rojas cobijó, y mucho más, el proyecto de este
periódico, único en el rubro.

En ese mismo Centro Cultural, hace casi cinco años organizó junto a sus
compañeras feministas del grupo Ají de Pollo el Primer Foro Latinoamericano
"Cuerpos ineludibles. Diálogo a partir de las sexualidades en América
latina", que luego quedó plasmado en un libro homónimo.

Viturro, investigadora y docente en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires y secretaria letrada de un juzgado porteño, es una rara avis
del feminismo local. Encolumnada, a su manera, en la corriente de los
feminismos post-estructuralistas, esos con pretensiones antiesencialistas y
desnaturalizantes –en la línea de lo que plantean Monique Wittig, Teresa De
Lauretis y Judith Butler–, está dispuesta a impugnar una y otra vez
categorías establecidas como "género" y "patriarcado", o incluso las
legislaciones antipornografía y las políticas de erradicación de la
violencia sexual contra las mujeres. Su idea: soltar las amarras,
reflexionar, animarse al debate, subir la apuesta en la discusión. "A lo
mejor, arriesgándonos a pensar, podemos encontrar propuestas más disruptivas
o transformadoras de la realidad social, que no se limiten a programas
institucionales", invita.

–¿Qué cuestiones te parece importante discutir en una coyuntura como la
nuestra, en relación con las categorías de género?
–Creo que lo que hay que poner en discusión es la categoría de género, qué
hicimos las feministas con esta categoría. Por ese lado va el trabajo de Ají
de Pollo, nuestras intervenciones siempre tuvieron ese objetivo. Me parece
importante que las feministas podamos discutir el alcance de esta categoría
que en su momento permitió desarrollar uno de los movimientos más
disruptivos del siglo XX. Yo creo que cada vez que uno quiere intervenir en
un espacio que tenga cierta pretensión antidiscriminatoria, tiene que
cuestionarse si sus presupuestos no reproducen de alguna manera las
condiciones que le dieron surgimiento a ese problema en el que quiere
intervenir. No se trata de que no vamos a usar más esta categoría, pero sí
tenemos que poder discutirla. El feminismo no se puede dar el lujo de ser
ingenuo y creer que las categorías describen, como si este modelo conceptual
no fuera un modelo que se sostiene en una determinada ideología. El
feminismo justamente empezó como un movimiento que impugnaba categorías
descriptivas, sobre todo esta de que la naturaleza es destino. Pero el
feminismo hegemónico sostiene la diferencia sexual como un dato
irreductible. Es un feminismo que centra sus agendas únicamente en los
derechos, de una manera muy ingenua, que no reflexiona en torno del propio
derecho.

–¿Cuál es el alcance o límite de la categoría de género?
–Yo creo que el límite es la metafísica de la sustancia, aun para los
feminismos que no se creen apegados a un discurso biologicista, podríamos
decir que es un problema de los feminismos modernos. ¿Cómo es que en el
feminismo es imposible pensar ser mujer intersex? Por ejemplo, con Ají de
Pollo fuimos al último Encuentro Feminista de América latina, que se hizo en
San Pablo. En ese momento, Lohana (Berkins) estaba en el grupo e iba a venir
con nosotras, estaba inscripta y la habían aceptado. Pero aun quienes se
suponía que estaban haciendo un gran lobby internacional en favor de que
pudieran ir travestis feministas o feministas trans, aceptaron que fuera
sometido a votación, con una lógica representativa liberal tradicional de
forma tal de que si la mayoría lo aceptaba, pudieran ir. Pero ahí era claro,
nadie votó si nosotras podíamos estar, nadie sometió a votación los cuerpos
de ninguna de las que estábamos ahí. Y aun las que pensaban que era
importante que estuvieran las travestis feministas aceptaban que esto fuera
un tema de discusión. Ahí se veía claramente un límite. Yo no estoy a favor
de ningún espacio que no permita la inclusión de alguien en virtud de
razones corporales.

–En los Encuentros Nacionales de Mujeres no se permite la participación de
hombres. Se supone que las mujeres nos enfrentamos a problemáticas y
situaciones de discriminación específicas que los hombres no sufrirían.
–Con Ají de Pollo no participamos de los Encuentros de Mujeres. Hay un mito
que hace a cómo nos definimos como sujetas de un determinado movimiento.
Decir que las mujeres compartimos una experiencia común que no compartirían
los hombres supone presunciones universalistas que yo no comparto. Podríamos
preguntarnos qué es lo que nos da esa experiencia común. Me van a decir "los
cuerpos". Pero aun dentro de una misma cultura no pasan por las mismas
situaciones el cuerpo de una mujer blanca que una mujer de color, el cuerpo
de la empleada doméstica respecto del cuerpo de su patrona, ahí está
justamente el mito de la feminidad, de la opresión común, el mito del
patriarcado, que son categorías universalizantes que yo no comparto.

–¿La del patriarcado tampoco?
–No. De hecho creo que sólo se puede sostener la categoría de patriarcado a
partir de esta presunción común según la cual existirían mujeres definidas
biológica o culturalmente. Esta presunción no es diferente de otras
construcciones de sujetos basadas en criterios identitarios,
universalizantesy excluyentes. ¿Es posible pensar situaciones de exclusión,
de dolor y violencia sin categorías universalizantes? Yo creo que sí, por lo
menos creo que vale la pena intentar esfuerzos que puedan dar cuenta mejor
de las experiencias. Al feminismo no le fue bien con estas categorías, que
tienden a la reproducción de jerarquías al interior del feminismo, porque
también impiden poder pensar las situaciones más complejas. Me parece que
sobre todo las feministas negras lesbianas fueron las que más claramente
pudieron plantear cómo funciona esto como un límite, que estas categorías no
traducen de una manera transparente lo que sería una realidad, es como el
mito de la opresión común. Y esto no quiere decir que haya que negar que las
mujeres sufrimos más discriminación socialmente sino que podemos buscar
herramientas que nos den más riqueza política, más riqueza explicativa;
poder generar eso es asumir los límites del propio discurso. Por eso no
suscribo a la categoría de patriarcado. Tampoco estoy de acuerdo con la
famosa perspectiva de género. Cuando digo que no estoy de acuerdo con las
perspectivas de género no estoy diciendo que hay que tratar de una manera
general los problemas, porque estaría negando mi propio trabajo. Pero me
parece que la expresión "perspectiva de género" también se terminó
convirtiendo en un truismo, porque nadie discute qué es y se da por supuesto
que la categoría de género no es un campo político en permanente disputa.
Aparte, esta perspectiva se institucionalizó de la misma manera que los
estudios de género en las instituciones o en las ONG, como un nuevo producto
en el supermercado de los discriminados. Me parece que falta un poco más de
riesgo para sacudir nuestras categorías. ¿Cuáles son los miedos que están
ahí? Creo que un eje a indagar podría ser los pánicos morales del propio
feminismo.

–¿Cuáles son los miedos del feminismo?
–La sexualidad, por ejemplo, no está pensada. El feminismo no tiene una
teoría de la sexualidad, no tiene una discusión de este tema, y esto genera
grandes problemas. Justo ahora pasaron veinticinco años del último debate
del Barnard College (en EE.UU.). En el Barnard College se juntaban las
gringas todos los años para discutir problemas del feminismo, y cuando se
iban a discutir temas de sexualidad se dio una pelea en la cual ganó lo que
después se institucionalizó como cierto feminismo hegemónico, con el
discurso antipornografía de (la escritora Andrea) Dworkin y (la abogada
Catharine) Mac Kinnon. Por otro lado quedó un pensamiento como el de Gayle
Rubin (antropóloga de la Universidad de Michigan, que a fines de la década
del '70 fundó Samois, el primer grupo de lesbianas S/M), que fue soslayado y
toda esa línea de indagación, de exploración, fue negada por el feminismo.
Ahora todos los discursos que en el ámbito público quieren sostener, por
ejemplo, políticas en contra del abuso sexual y del discurso pornográfico
tienen presupuestos teóricos muy problemáticos. La teoría de Mac Kinnon, que
es la que todo el mundo utiliza, sabiéndolo o no, para bregar por cambios en
la legislación penal, dice que la sexualidad es a las mujeres lo que el
trabajo es al lumpen-proletariado. Entonces, así como el lumpen-proletariado
siempre está oprimido en el marco de una forma de opresión capitalista, las
mujeres siempre estaríamos alienadas de nuestro sexo. Esto que propone Mac
Kinnon es lo que va a sustentar la mayoría de los discursos antipornografía
y antiviolencia sexual en el plano del Derecho. Ella es la que sostiene el
canon en el cual se basa la mayoría de las agendas que luchan por la
erradicación de la violencia sexual. En primer lugar, creo que es una teoría
absolutamente heterosexista, que supone que todas las mujeres se relacionan
con hombres y, no obstante esto, también tiene un pensamiento sumamente
complejo, porque, ¿en qué lugar deja a la sexualidad de la mujer
heterosexual? En un lugar absolutamente de víctima, la mujer está siempre
alienada de su sexo, ésta sería su definición, y por lo tanto el discurso es
proteccionista. Y ahí hay una teoría de la sexualidad que no está discutida,
que supone que las mujeres somos sujetos a proteger. ¿Esa es la mejor
perspectiva para las mujeres? ¿No es violento un sujeto que surge como
sujeto al solo efecto de autodefinirse como víctima? A mí me parece que el
feminismo tiene que poder debatir estos temas, que son los más caros. Me
parece que en estas cuestiones está como un poco estancado el poder
impugnador del feminismo.

LAS OTRAS
–¿Cómo le explicarías a un señor o a una señora legos en la materia lo que
quería decir Monique Wittig cuando afirmaba que las lesbianas no tienen
vagina y que no son mujeres?
–Ella decía que la palabra hombre o mujer tienen sentido en una determinada
economía, que se llama economía de la diferencia. De alguna manera se oponía
a todas las tradiciones que tendían a la liberación de la mujer. Ella decía
que en el marco conceptual que se sustenta esa liberación, no tanto en el
poder del hombre sino en el poder de la diferencia sexual como dispositivo,
esa mujer no es liberable. O mejor dicho, esa mujer sólo tiene sentido en
ese esquema de la diferencia en el cual también tiene sentido la categoría
de hombre. Por lo tanto, las lesbianas escaparían a este esquema de la
diferencia que sostiene la heteronormatividad, que tendría un lugar
importante en un sistema productivo. Y de ahí lo de "las lesbianas no
tenemos vagina". Porque la vagina tiene sentido, como órgano sexual
privilegiado, en una economía reproductiva. Ella decía que las lesbianas no
forman parte de esta economía reproductiva heteronormativa. Después
podríamos discutir si lo que plantea es una utopía lesbiana, o un
esencialismo en esa construcción que hace de la lesbiana.

–En esta línea, Donna Haraway plantea la idea de cyborg (organismo
cibernético) para desarmar dicotomías dominantes como las de hombre/mujer,
cultura/naturaleza, humano/máquina. ¿Te parece que este tipo de figura puede
ser productiva en un contexto como el latinoamericano?
–Su trabajo a mí me parece sumamente útil porque en algunas cosas creo que
es una de las autoras más claras. Fue la que dijo abiertamente que el
problema que tiene el feminismo respecto de la categoría de género es que
género se deriva de la distinción sexo/género, entonces el sexo siempre
queda del lado de la naturaleza y el género del lado de la cultura. Mientras
esta dicotomía se sostenga, el feminismo no va a poder hacer lo que sí
hicieron los estudios críticos de la lucha antidiscriminación racial:
discutir el propio concepto de raza, que en los años '60 era un concepto en
el que se basaban todas las políticas del orgullo, el orgullo de ser negro,
el black power, las Panteras Negras. Y no obstante, esta categoría que
sustentó políticas identitarias fue puesta en crisis por el propio
pensamiento antidiscriminación racial. Teniendo en cuenta las bases
fascistas de la construcción de este concepto, se planteó: ¿cómo sería una
lucha antidiscriminación racial sin razas? En ese tipo de cosas me parece
que Haraway es sumamente útil. Pero yo creo que con Haraway pasa lo mismo
que con muchas otras autoras que son leídas para la cita mínima, para el
epígrafe, pero no son discutidas en sus propios términos. Con esto tampoco
digo que tenga que ser un canon. En algunas cuestiones yo creo que desde acá
podemos criticar muchas de sus propuestas, pero me parece que tiene un
potencial político que no está siendo explotado por parte del feminismo
local. La categoría específica de cyborg puede servir para pensar algunas
cuestiones.


_________________________________________________________________
Descargá GRATIS el poder del nuevo Internet Explorer 7.
http://optimized.msn.com/Default.aspx?mkt=es-ar

No hay comentarios: