martes, 15 de enero de 2008

RV: [RIMA] articulo violencia familiar

-----Mensaje original-----
De: rima-lista-bounces@tau.org.ar [mailto:rima-lista-bounces@tau.org.ar] En
nombre de eva giberti
Enviado el: martes, 15 de enero de 2008 11:35
Para: Red Informativa de Mujeres de Argentina
Asunto: [RIMA] articulo violencia familiar

Estimadas colisteras

Envio un articulo publicado en Clarin el 7 de enero 2008

Dado su contenido estimo que podria ser de interés en Rima

Cordiales saludos

Eva Giberti

ES COPIA

La violencia familiar es delito, no enfermedad
>
> Existe una creencia errada, aun en buena parte de los profesionales,
> que tiende a quitar responsabilidad al golpeador por considerarlo
> víctima de ciertas patologías.
>
> Por: Eva Giberti
>
> Fuente: PSICOANALISTA, DIRECTORA PROGRAMA "LAS VICTIMAS CONTRA LAS
> VIOLENCIAS "
> Pocas semanas atrás, una conductora me entrevistaba en un programa de
> un canal de cable sobre las diversas formas de la violencia familiar.
> En esa oportunidad surgió un enfoque distinto que provino de un
televidente.
> Describía yo las características habituales de los hombres violentos y
> explicaba que quien golpea construye placer mediante esa práctica.
>
> Pegar "porque se pone nervioso" es una manera de encubrir que golpea
> porque ese procedimiento expande su Yo: el sujeto se agranda ante sí
> mismo, se siente poderoso al encontrarse con alguien que no puede
> devolver el trompazo y que gime pidiéndole "basta, por favor".
>
> La satisfacción que genera ejercer el poder contra alguien cuya
> vulnerabilidad le impide defenderse forma parte de las estrategias del
> golpeador inspiradas en los procedimientos clásicos de las torturas.
>
> En lugar de estar atada a un banco mientras se le aplica picana
> eléctrica, la mujer golpeada queda sujeta por el terror que le impone
> la convivencia con ese hombre del cual no puede separarse; las
> ataduras suelen ser los hijos que engendró con ese varón. La mujer carece
de recursos para independizarse de él.
> No necesariamente se trata de recursos económicos; aun en condiciones
> de bienestar no cuenta con otra índole de recursos emocionales y
> mentales para denunciar la violencia y perder o alterar el estatus de
esposa y madre.
>
> El entrenamiento en el abuso de poder, históricamente y
> estadísticamente masculino, recrea una zona de placer que incrementa
> la sensación de "ser alguien"; de allí la necesidad de contar con una
víctima permanente.
>
> "Bueno, pero se trata de enfermos..." es un comentario que aún brota
> de la boca de colegas y de otros profesionales. De la profundidad
> oscura que socialmente habitan el patriarcado y el machismo proviene
> la creencia que adjudica patología al golpeador para aliviarlo de
responsabilidad.
>
> Así se ha generado la tendencia de pensar en enfermedad cuando estamos
> ante otra índole de fenómeno. El punto de inflexión se torna
> incandescente cuando es necesario reconocer y tratar a las víctimas de las
denominadas "patologías"
> y a rescatarlas del masoquismo que se les adjudica.
>
> "¡Pero, Eva!", suelen decirme. "Hay casos en los que la mujer es
> masoquista y busca que la golpeen y después se queja". Se comprenderá
> que cuando estas palabras brotan de quien puede estar atendiendo a
> víctimas de violencia familiar, sin advertir &lsqauo;más allá de la
> simplificación diagnóstica que la afirmación implica&lsqauo; que está
> promoviendo "el derecho de los golpeadores", se reconoce la zona
> tenebrosa del machismo y del patriarcado como generadores de las palabras
que se dicen con pretensión profesional.
>
> Es indudable que entre los golpeadores pueden encontrarse personas con
> diversas patologías, pero no corresponde utilizarse dicha
> excepcionalidad para generalizar las actividades violentas de los
golpeadores.
>
> Que el masoquismo pueda inspirar a alguna mujer para permanecer al
> lado del golpeador también es posible. Pero carece de seriedad afirmar
> que el masoquismo de alguna mujer explica la persistencia en las
> prácticas violentas en general.
>
> La pretensión de ecuanimidad que intenta sostener ambas afirmaciones,
> tanto acerca de las psicopatologías del golpeador cuanto del
> masoquismo de la víctima (salvadas sean las mínimas excepciones
> posibles) constituyen una deformación de las teorías psicológicas que
> se aplican ante un problema internacionalmente grave.
>
> Si hay algo que enardece a estos sujetos es su propia convicción de
> que la víctima puede resistir la golpiza y que podrá obtener de ella
> algo que no sabe exactamente qué es, pero "algo" que es de ella y de lo
cual él no dispone.
> Sensación acertada: la víctima dispone de su vida, de la cual el
> golpeador pretende saberse dueño.
>
> Esta es una de las dimensiones del abuso de poder en cualquiera de sus
formas.
> Quienes militan en el ejercicio de tales abusos siempre precisan algo
> más, "algo" que no logran arrancar de la víctima, y no toleran asumir
> el vacío que esa imposibilidad les suscita.
>
> Estoy cerrando el circuito: si bien los golpeadores expanden su Yo, se
> sienten agrandados y encuentran satisfacción en ello, tal cosa no les
> alcanza, no se sacian y tienen que repetir el procedimiento.
>
> Esta afirmación arriesga aquello que arriesga toda generalización: no
> puede considerarse estrictamente certera, pero el diálogo con estos
> sujetos permite suponerle cierta validez.
>
> Po fin, ¿qué dijo el televidente que llamó al programa? "Yo soy un ex
> golpeador y considero correcto el concepto de la doctora Giberti. Yo
> nunca estuve enfermo. Le pegaba a mi esposa por abuso de poder.
> Gracias a Dios es una página pasada y negra de mi vida".
>
> El testimonio es inesperado y, desgraciadamente, infrecuente. La
> experiencia enseña que existe una significativa dificultad para
> revertir la violencia del golpeador y para transformar su búsqueda de
> satisfacción en la conciencia del delito que protagoniza. Porque
> suelen estar convencidos de que les asiste el derecho de golpear.
>
> En esta oportunidad, el televidente advirtió que nunca estuvo enfermo,
> al mismo tiempo que expresó su necesidad de "confesarse" públicamente
> en un mea culpa esperanzador.
>
> Los equipos que asisten a las víctimas de violencia familiar &lsqauo;por
> llamados telefónicos de los vecinos&lsqauo; en el momento mismo en el cual
> las mujeres están siendo golpeadas ingresan en los domicilios o
> acompañan a las que escapan de la violencia con sus hijos en brazos.
>
> Esos equipos saben que el golpeador sólo se atemoriza ante la denuncia
> y ante una mujer que aprendió a solicitar ayuda y a exigírsela al
> Estado como derecho de su ciudadanía. Pero a veces no retroceden y la
> estadística suma una muerte más.
>

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