martes, 6 de mayo de 2008

RV: [RIMA] Entrevista a Elena Reynaga

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-----Mensaje original-----
De: rima-lista-bounces@tau.org.ar [mailto:rima-lista-bounces@tau.org.ar] En
nombre de Mariana Carbajal
Enviado el: martes, 06 de mayo de 2008 14:19
Para: rima-lista@tau.org.ar
Asunto: [RIMA] Entrevista a Elena Reynaga

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-103566-2008-05-05.html

Elena Reynaga, titular del gremio de trabajadoras sexuales, habla sobre la
ley de trata

"No hay decisión política para cerrar los prostíbulos"
Para la dirigente, la ley sancionada recientemente por el Congreso "no
alcanza" porque ni la policía ni la Justicia cumplen con la ley que sanciona
la explotación sexual. "Basta abrir algunos diarios para ver todos los
lugares que hay", denuncia.


Por Mariana Carbajal
Elena Reynaga se nombra como trabajadora sexual: "Ni puta, ni prostituta, ni
trapo, ni jinetera", aclara ella, líder nacional de la Asociación de Mujeres
Meretrices de Argentina (Ammar). Tras el debate parlamentario que generó la
reciente sanción de la ley de trata de personas, Reynaga advierte: "Legislar
es necesario, pero no alcanza".
Hoy, señala, "no hay decisión política" para perseguir y sancionar a las
redes que trafican mujeres y las explotan en burdeles, que siguen amparadas
por "la policía y algunos jueces". "Voy a creer que van en serio cuando vea
esos lugares cerrados", dice a lo largo de un reportaje con Página/12, y
revela que en la ciudad de Buenos Aires actualmente "hay una persecución
policial hacia las trabajadoras sexuales", que ha generado que muchas hayan
dejado la calle para ir a prostíbulos. "Puertas adentro hay explotación,
tienen que dejar el 50 por ciento de lo que ganan, no tienen cuidados de la
salud, trabajan de 12 a 14 horas por día: pasan a ser una máquina sin
derecho a nada."
Reynaga reclama la derogación de los códigos contravencionales que
criminalizan la oferta sexual y el reconocimiento oficial como trabajadoras
sexuales, que les permitiría, entre otros beneficios, tener una obra social:
"Queremos aportar, pero queremos que nuestro aporte vuelva a la comunidad.
Desde hace años venimos aportando, pero al bolsillo de la policía".

Ammar forma parte de la CTA y se define como "el sindicato de trabajadoras
sexuales de la Argentina en acción por sus derechos".
Reynaga está indignada porque el gremio no fue consultado para la
elaboración de la ley de trata, a pesar de que la explotación sexual suele
ser el principal negocio de las redes que trafican personas. "Si tienen que
hacer una ley para los maestros, ¿a quién consultan? A los maestros. ¿Quién
mejor que nosotras para saber qué queremos?", dice.
Se nota que el tema la enoja. "Entendemos que la discusión sobre el
consentimiento es falsa, porque en la trata de personas nunca puede haber
consentimiento. En la trata hay en el mejor de los casos engaño, y casi
siempre coacción, coerción, abusos, violencia y torturas", comenta sobre uno
de los aspectos más controvertidos de la ley (ver recuadro).

–¿Cuál es el eje de la lucha de Ammar?

–Se derogaron los edictos policiales, pero venimos pidiendo hace muchísimo
que se deroguen los códigos contravencionales que criminalizan el trabajo
sexual. En algunas provincias, como Santiago del Estero, Mendoza y Córdoba,
la persecución que sufren las compañeras es tremenda. Hasta ahora logramos
la derogación en Entre Ríos en 2004 y no hay escándalo: no hay una cantidad
terrible de chicas en la calle, y las que hay se llevan muy bien con los
vecinos, porque hacen de "seguridad" en las esquinas. La convivencia es
perfecta. Lo único que ha cambiado es que la policía no las puede detener.

–¿Qué opina de la flamante ley de trata?

–Me parece que la sacaron para cumplir con una formalidad, el Protocolo de
Palermo (para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas), pero no
por una preocupación real por el tráfico. Más claro, mire a la madre de
Marita Verón: está en absoluta soledad, se ha recorrido el país buscando a
su hija, y los prostíbulos siguen abiertos. Que no me digan que no tienen
herramientas suficientes para cerrarlos y hacer cumplir la ley. No hay una
decisión política.
Nosotras venimos diciendo dónde están. Pero, ¿qué nos dicen los ministros?
"Tráigannos nombres." Nos ponen en una situación en la cual nosotras tenemos
que investigar y acusar a las personas. No es así.
Nosotras somos una organización no gubernamental. Quienes tienen la
responsabilidad son ellos, que tienen la fuerza política para actuar.
A la ley le faltan varias patas. Supóngase que hay una mujer mayor de edad
que es obligada a trabajar en un burdel. ¿Cómo hace esa compañera para
denunciar su situación? Le estoy hablando de un caso en particular, de una
chica que la llevaron a trabajar a Sierra Grande...

–¿Qué le ocurrió?

–Esta chica, por querer irse a trabajar a otro lado, el dueño del prostíbulo
que la tenía le pegó y le rompió una pierna. La tuvieron que operar. Fue el
año pasado. Otra chica, que la CTA está ayudando, también estaba en Sierra
Chica y se quería ir a otro lado. La dueña del burdel la sacó a la calle, se
quedó con todo el dinero que ella había generado, y con sus documentos y su
ropa. ¿Cómo hace esa compañera para que le devuelvan el salario que se ganó
y sus cosas?

–El punto de discusión más fuerte en torno de la ley fue si en el caso de
las mayores de edad hay que probar que no dieron su consentimiento para
llegar a un burdel. El Gobierno argumentó que organizaciones de meretrices
le plantearon que querían que saliera la ley como se aprobó finalmente
porque en caso contrario no podrían trabajar libremente en un prostíbulo.

–Primero, ninguna de nosotras habló con nadie del Gobierno sobre el tema.
Hubo mucha mano negra para que nosotras no pudiéramos entrar a las
comisiones (parlamentarias). Nos invitaron, pero llegábamos y resulta que la
reunión se había suspendido o ya se había hecho. Nunca logramos llegar a
ninguna comisión. Desde Ammar-Nacional hicimos un documento que les mandamos
a todos los senadores y diputados. Para nosotras, la cuestión del
consentimiento no está muy clara. Los ejemplos que nos dieron algunos
diputados en defensa de la ley son totalmente ridículos. Uno nos dijo que
estaba a favor de la ley tal como salió porque si él se encontraba con una
mujer en la Terminal de Mar del Plata y ella le pedía dinero para venir a
trabajar a un burdel a Buenos Aires, él podía ser acusado de tratante. Será
su fantasía, le dije, porque nunca una mujer se le va a acercar a plantearle
eso. Es muy infantil ese argumento.

–Es cierto que también hay mujeres que deciden por su propia voluntad
trabajar en un prostíbulo...

–Eso es otra cosa. Ammar es una organización que nuclea a trabajadoras
sexuales mayores de edad que están en esto por consentimiento propio.
Pero también hay mujeres que siendo mayores de edad son llevadas desde Jujuy
y Salta para el sur del país. Algunas saben a qué van. Yo sabía que ahí se
ganaba buena plata y fui. Cuando me rayé y vi que me iban a sacar mucha
plata, me agarré mi valija a las cuatro de la mañana y me rajé. Pero hay
mujeres que las buscan con engaños y las tienen en esos lugares totalmente
encerradas, encarceladas, especialmente en las provincias del sur y en La
Plata, donde también hay niñas. Otro aspecto que reclamamos es que se
incorpore a la ley la posibilidad de que organizaciones sociales como la
nuestra puedan constituirse como querellantes, como se permite en las causas
de derechos humanos.

–En el documento que enviaron a los diputados y senadores cuestionan la
falta de un programa integral para la atención de las víctimas de trata. El
Gobierno está por poner en marcha uno. ¿Qué debería contemplar?

–Un aspecto muy importante es que no hay que devolverlas a su lugar de
origen. En Comodoro Rivadavia, hace dos años, una chica jujeña se escapó de
un prostíbulo y fue a una iglesia. La iglesia hizo la denuncia y pudieron
rescatar a unas cuarenta chicas de ahí adentro. A esas chicas las mandan de
vuelta a su lugar de origen y ahí mismo están las mismas redes que las
reclutaron, que las terminan captando y llevando para otros lados. Esas
redes siempre amenazan a las chicas con hacerles algo malo a sus familias, a
sus hijos; y eso, para nosotras, para cualquier ser humano, es muy fuerte. A
las víctimas de trata hay que darles contención en serio, ofrecerles si
quieren cambiar de trabajo o prefieren seguir haciéndolo en mejores
condiciones, libremente, con garantías. Eso no está contemplado en la ley.

–¿Cuál es la situación en la ciudad de Buenos Aires?

–Hay una persecución policial hacia las trabajadoras sexuales que ha
generado que se vayan a trabajar puertas adentro. Puertas adentro hay
explotación, tenés que dejar el 50 por ciento de lo que ganás, no tenés
cuidados de la salud, trabajás de 12 a 14 horas por día. Pasás a ser una
máquina, sin derecho a nada. Esos lugares deberían estar prohibidos. En
Constitución, por ejemplo, ves a las chicas paradas en la puerta de esos
lugares, cualquier vecino las ve. ¿Me van a decir que la policía no las ve?
Quisiera saber quién los habilita y en concepto de qué, porque la ley es muy
clara: toda persona que vive de la prostitución ajena está considerada
proxeneta. Sin embargo, yo no veo a ninguno de los dueños presos. La mayoría
de esos lugares están llenos de mujeres que vienen de los barrios más
pobres. Hay otros lugares que tienen chicas de otro nivel económico. Pero de
las que se quejan son de las chicas paradas en la esquina. Mientras estés
acorralada en un lugar, esclavizada, parece que no le importa a nadie.
A la primera que le debería importar es a la Justicia, pero no es así.

–Las estadísticas muestran que las condenas por proxenetismo son mínimas.

–Es así. Mire: los jueces que investigan el asesinato de Sandra Cabrera
(quien era titular de la filial rosarina de Ammar), dicen que los
testimonios de las prostitutas no tienen validez por ser prostitutas. A esa
causa la van a cerrar, va a caducar en junio y va a reinar la impunidad. Fue
alevoso el crimen de Sandra, alevoso lo que ella denunciaba: a todos los
prostíbulos de la Terminal de Rosario, que tienen menores y chicas
extranjeras. Lo he visto yo, que entré a esos lugares, no me lo contaron.
Sin embargo, después del asesinato de Sandra los volvieron a abrir y hoy
siguen funcionando.

–¿Cuál es la magnitud del problema de la trata en la Argentina?

–Siempre hubo trata. Hoy es un tema de debate, mediático. La historia es
clara: acá vinieron los europeos a traer polacas, italianas. Menos mal que
ahora se está discutiendo y ojalá se logre disminuir el tráfico de personas,
que no es sólo para la prostitución sino también para los talleres textiles
clandestinos. Es cierto que la mayoría son mujeres que son explotadas
sexualmente, pero también hay varones, jóvenes, niños.

–¿Por qué se definen como trabajadoras sexuales?

–Las que estamos organizadas pudimos optar por este trabajo; y digo optar y
no elegir porque elegir pueden las que fueron a la universidad. Nosotras
optamos entre las escasas opciones que tenemos las mujeres de clase
trabajadora. Las obreras optan, los mineros optan, las señoras que limpian
casas optan: no eligen. Nosotras optamos por este trabajo para hacerlo lo
más dignamente posible y poder sobrevivir. Hay que separar las cosas. Hoy
ejercer la prostitución no es delito, pero estamos en una nebulosa. El hecho
de que nos reconozcan como trabajadoras nos permitiría, primero, salir de la
ilegalidad en la que estamos; segundo, empezar a tener los mismos derechos
que los demás trabajadores: acceso al crédito, una obra social. Queremos
aportar, pero queremos que nuestro aporte vuelva a la comunidad. Desde hace
años venimos aportando, pero al bolsillo de la
policía: nunca volvió a nosotros ese dinero. ¿Qué queremos? Basta de
prostíbulos. Si algunas compañeras quieren juntarse, alquilar un
departamento y trabajar puertas adentro, eso no es ilegal, siempre que no
haya un tercero. Pero eso no les conviene a los grandes jefes de las redes.

–¿A quién le interesa mantener ese esquema?

–Hay un poder policial. Para que la gente lo recuerde: en la época de los
edictos policiales, nosotras, en el barrio de Flores, cada una pagaba 400
pesos a la seccional 50ª de la Policía Federal. Cuando lo conté por primera
vez en Página/12, me llenaron la cara de bollos en la 50ª y me
incomunicaron. Hoy eso sigue sucediendo con los lugares que funcionan
puertas adentro. Basta abrir algunos diarios para ver todos los lugares que
hay en Constitución, Flores, Once. La policía se lleva una gran tajada. Los
inspectores del gobierno de la ciudad viven de las coimas de esos lugares.
Las niñas siguen explotadas ahí adentro y las mujeres mayores también,
mientras hay algunos jueces que ganan mucha plata y jefes de la policía y de
Migraciones también. Pasan por la frontera de Paraguay colectivos con muchas
mujeres y hacen la vista gorda. Voy a creer que van en serio cuando vea esos
lugares cerrados.

–Ammar Capital y algunas investigadoras académicas plantean que la
prostitución no puede ser considerada un trabajo porque siempre implica una
relación de explotación y dominación.

–Explotación sufre toda la clase obrera, no sólo las trabajadoras sexuales.
Hay que empezar por ahí. Después, lo que piensa la Academia me tiene
totalmente sin cuidado. Históricamente han tratado de interpretarnos y de
querer hacernos decir qué es lo sentimos y cómo tenemos que definirnos.
Respeto la posición de las compañeras de Ammar Capital, pero son una minoría
y están muy influenciadas por algunos grupos feministas que piensan de esa
manera. Aclaro que yo también soy
feminista: quiero la igualdad, la equidad. Como tengo derechos sexuales, con
mi sexualidad también trabajo.

–¿Los dueños de los burdeles son personas poderosas?

–Así como cuando quieren voltear a un intendente van y ponen una cámara
oculta, si realmente quieren investigar (el negocio de la
prostitución) podrían ponerle una cámara oculta a alguien que se haga pasar
por cliente. Mire el caso de Vicente Serio, el de las esclavas de San
Miguel, acusado por tener varios burdeles donde se explotaba a chicas
paraguayas: estuvo sólo dos años preso y tenía acusaciones por corrupción de
menores, privación ilegal de la libertad y proxenetismo, tenía causas para
estar por muchos años adentro y sigue siendo dueño de todos los prostíbulos
de San Miguel. Evidentemente ese tipo tiene vinculaciones y es más valioso
afuera que adentro, donde puede hablar.

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